martes, 22 de noviembre de 2011

Hoy desde mi ventana veo a unos padres enseñando a su hija dar sus primero pasos, y me pregunto ¿cuando dará su primer paso como un ser independiente en la sociedad?

Tú + Yo= Familia


La familia, como se diría en inglés, es un “win win situation”. Si estructuramos la familia de forma vertical, situando los padres arriba y los hijos abajo (con una relación horizontal entre sí), podemos destacar que existe una complementación perfecta. La inter-subjetividad y dependencia de las partes, produce una fórmula, que llevada a cabo con diligencia, responde a la culminación de la felicidad. En simples palabras, la dinámica que se impone y se ejerce en el ámbito familiar, nos aproxima a ser mejores personas con nuestro entorno, afectando directamente nuestra felicidad.

La familia es fruto del amor conyugal, que elabora unos sentimientos de maternidad y paternidad. Dichos sentimientos crean un lazo de unión entre los padres de considerable envergadura, puestos que comparten unos objetivos e interés en común. Este interés se reduce a cuidar y sacar adelante a sus hijos. Por tanto, lo hijos, al ser fuente de responsabilidades, obligan a los padres a madurar, y por último ayudan a combatir el egoísmo. Poniendo ejemplos: el aprendizaje de mesurar la economía familiar, destaca signos de madurez. Nuestros padres aprenden a administrar el dinero, teniendo en cuenta las necesidades del ámbito familiar y de este modo no derrochar el dinero en caprichos personales. Se podría alegar que los hijos sirven de anestesia local- no general- al convertir esta labor de formación en un deber más ameno; todo ello, gracias a la ternura que inspiran los hijos en los padres. No quiero quitar crédito a los padres puesto que es evidente los sacrificios que impone este deber, pero sí es verdad que el amor, siendo este querer lo mejor para la otra persona sin contraprestaciones, hace que la simple observancia del desarrollo positivo de los hijos genere una recompensa extraordinaria.

Se dice, con toda verdad, que la familia es la columna vertebral del bienestar social. Los hijos, bajo la tutela de los padres, viven bajo constantes clases particulares, cuyo núcleo esencial versa sobre la inserción a la sociedad. Desde pequeños se nos va enseñando y transmitiendo instrumentos eminentes para acoplarnos bien a la comunidad. El ser humano, al nacer, tiene un patrimonio instintivo pequeñísimo que no le permite vivir por su cuenta, por tanto es labor de los padres protegerlo y paulatinamente encaminarlo a convertirse en un ser independiente. A medida que vamos creciendo, vamos absorbiendo como esponjas nuestro entorno, lo que hace primordial que nuestro ambiente de vida sea positivo, es decir, un hogar donde le sean inherentes los hábitos sociales (como el cariño, la solidaridad y el respeto mutuo) y que esté bien cimentada la esencia de la moralidad. Cuando llegamos a la adolescencia nos encontramos con la yuxtaposición de que a la vez que vamos formando nuestras propias convicciones -deseando ansiosamente tener un rol en la sociedad- sufrimos a la misma vez una inseguridad desmesurada que nos echa para atrás. La familia siendo tan acogedora, nos ayuda a combatir la timidez, ayudándonos a conocer nuestras cualidades y haciendo prevalecer simultáneamente tanto nuestra autoestima como la virtud de la templanza pues no es bueno dejar que nuestras emociones tomen control de nuestra vida. Tras independizarnos, afrontamos la vida con más facilidad, ya que tenemos las habilidades y principios anclados en nuestra persona. Aun teniendo principios inamovibles, durante la convivencia familiar también se adquieren mecanismos que dan pie a la tolerancia. En una casa donde conviven numerosos gustos y opiniones, se va cultivando la virtud de la aceptación. Por tanto, no nos sentimos atacados al confortarnos con opiniones divergentes o no corremos el peligro de ser persuadidos con facilidad. En fin, en la independencia somos fieles a nuestros principios, que derivan de la educación de nuestros padres e instituciones educativas, pero sin padecer de arrogancia- que es una barrera a la convivencia social.

Por eso mismo, si tenemos suerte, será nuestro turno transmitir cultura, ideales, consejos, apoyo, y sobre todo, amor a nuestros hijos. Sera nuestro deber acoger una criatura inocente y moldearla en un ser independiente con un abanico de posibilidades. En pocas palabras, aunque me arriesgue a sonar cliché, tendremos la oportunidad de darle un nuevo sentido a la vida, y llenarnos de felicidad por dentro.

Cita del día:
"Real engineers build bridges, financial engineers build dreams, and when those dreams turn into nightmare, innocent people pay for it."

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