martes, 22 de noviembre de 2011

Hoy desde mi ventana veo en el parque a diversos niños hacer multiples actividades, y me pregunto ¿ qué denominador común tendrá esta generación?

Cada persona es un mundo. No puedo hablar concretamente de Ana, Paco, o cualquier individuo en específico, sino simplemente limitarme a generalizar. He de admitir que al leer los textos asignados por el profesor Nubiola, mi primera reacción fue defensiva. Interiormente exclamé “pero si yo no soy así ¿ cómo puede generalizar de esa forma?”. Sin embargo, después de recapitular, entendí que debía analizarlo desde un punto de vista objetivo, y no sentirme con la obligación de defender a mi generación por el mero hecho de que yo y mis amigos más cercanos perteneciéramos a ella.
Partiendo de que la filosofía es una ciencia experimental y por tanto para analizarla hay que prestar atención a la experiencia ordinaria, voy a intentar basar mis argumentos en hechos empíricos. Tomaré prestada la alusión que hicimos en clase hay que teñir para poder ver. Mi microscopio en este caso va a ser una de las redes sociales más aclamadas en la actualidad, esa que siempre maldecimos por entretenernos entre examen y examen: Facebook. A través de esta, voy a ver los seis últimos “status” en mi "news feed", con el fin de abstraer una idea de lo que mis compañeros quieren compartir con el mundo y así tratar de entender las prioridades de la juventud hoy en día. La primera victima es una amigo de Estados Unidos, que publica un artículo en el periódico británico Huffintonpost, titulado Dame Hele Backs Calls for Palestinian State. El segundo, un amigo filipino que reside en Pamplona, comenta “La religión hace cosas posibles, no más fáciles”. Íbamos bien, hasta que nos topamos con el tercero que simplemente nos comenta su estado de necesidad “tengo hambre”. Pero puede ser superado por el siguiente indignado que exclama, “Necesito ducharme, no tengo agua en casa, y el apartamento de mi madre huele mal, odio no poder ducharme. Por último ,tenemos a una que nos dice “resaca en mitad de la semana”, y otro que nos publica que se ha comprado billetes para el concierto de Kid Cudi, y muy amablemente nos da el enlace para escuchar una canción.
Muchos podéis estar pensando que Facebook no sirve de microscopio porque es una red de cotilleo y no un instrumento para exaltar eventos que consideramos de gran transcendencia en nuestra sociedad. Sin embargo, yo me remito a decir, Facebook es lo que los usuarios quieren que sea. Si las prioridades de la gente fuesen advertir o debatir sobre circunstancias que nos afectan, Facebook tendría una connotación sustancialmente diferente. Teniendo en cuenta que las nuevas generaciones se comunican globalmente, convirtiendo su vida en un escaparate al público, donde todos son partícipes, me atrevo a sacar dos conclusiones de la juventud. La primera es que, ante todo, es una generación de apariencias. Viendo los status, se percibe que las personas quieren que terceros siempre tengamos presentes sus actividades coloquiales, pero dicha información se convierte superflua, ya que al compartir cada segundo con todo el mundo, es imposible profundizar, y al final solo se conoce la superficie de esas personas. La segunda, es una generación que exige, pero no da. Por consiguiente, vivimos en una sociedad donde está de moda limitarnos a reclamar la exigencia de nuestros derechos únicamente, lo cual nos conlleva a ser quejicas y algunas veces a ser poco emprendedores. Estamos acostumbrados a tener dirigidas y facilitadas las cosas, por tanto a la hora de esforzarnos, la virtud de fortaleza nos falla. No me entiendan mal, los derechos están para exigirlos, pero a cambio uno tiene que utilizarlos eficazmente, es decir que no se quede como un mero título, sino que hay que ejercitarlo. Sin embargo, tengo que clarificar varias cosas. Primero, no se puede subir a todo el mundo al mismo barco. Conozco personas con ideas emprendedoras claramente apoyadas en principios inatacables, que no se esconden detrás de apariencias porque paulatinamente van superando el temor del afrontamiento. Segundo, una persona que piensa no es una persona que simplemente se dedica a cuestionar y debatir cada aspecto de la vida, es aquella que no se deja guiar solamente por las reglas o los incentivos impuestos, también por la sabiduría pragmática. Como expone Barry Schwartz, el psicólogo americano, se debería actuar e improvisar correctamente por nuestra propia moral y las ganas de hacerlo, y no por las posibles recompensas personales prometidas , y porque al final nuestro objetivo solo se convierte en hacer lo suficiente para conseguir la recompensa, quitándole valor y eficacia al acto en sí.


Cita del día:
"Rules and incentives are no substitute for practical wisdom"

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